1926-1958 | Chile
Roberto Falabella nació en Santiago el 13 de febrero de 1926. Su padre fue Roberto Falabella Finizzio, el principal impulsor y protector de su hijo. Cómo es fácil comprender, el tema económico no fue el problema de su vida: su grave déficit fue su salud, nació con una severa limitante, la enfermedad de Little, que le significaba una parálisis muscular, precaria coordinación de movimientos y habla dificultosa.
Sus limitaciones físicas lo obligaron a realizar estudios escolares privados. Su principal biógrafo, el musicólogo Luís Merino, nos cuenta que entre los maestros que lo formaron musicalmente, se encuentran verdaderas catedrales del arte musical chileno de la segunda mitad del siglo XX, como la maestra Lucila Césped (teoría y solfeo), Julia López (armonía), María Ester Grebe (notación) y el Premio Nacional de Arte (mención Música) Alfonso Letelier.
La formación de Falabella fue profundamente humanista. No sólo destaca por su producción musical, también incursionó en el ensayo, poesía y drama.
En un artículo publicado en el periódico “The Clinic”, el 18 de diciembre de 2008, su autor Juan Pablo Avalo nos entrega valiosos antecedentes aportados por su hija Florencia Falabella. En el artículo titulado “Roberto Falabella Correa (1926-1958) El Mozart chileno de la silla de ruedas”, nos entrega nuevos antecedentes sobre su vida. Su padre, construyó una mansión en Las Cruces para su uso exclusivo, la que sumada a la pensión en dinero que recibía, le permitió dedicarse a la música y a sus otros proyectos artísticos paralelos vinculados con la poesía, teatro y ensayos.
La casa habría sido construida a fines de los años 30 o primeros años de los 40 del siglo pasado. Si atendemos a que Falabella fue un intelectual de su época, con una activa vida política partidista (fue militante del Partido Comunista de Chile), podemos suponer que a las animadas tertulias que disfrutaba a pesar de sus limitaciones físicas en su casa crucina (en Santiago vivía en Ñuñoa) debieron asistir personalidades como Violeta Parra y Pablo Neruda (amigo personal que lo despidió a su muerte).
Gustavo Becerra, uno de sus maestros, lo definió “como un humanista, pero ante todo fue un ser unido a la historia de su especie, activo en todas sus manifestaciones”. Su obra musical abarca un catálogo de 61 obras, con cinco sinfonías y 56 obras de cámara. Entre estas últimas hay música vocal en la que utiliza poemas de Lope de Vega, Federico García Lorca y León Felipe. Entre los escritores nacionales, aportan textos el propio Falabella y Pablo Neruda. Del folklore chileno obtiene los textos para “Las siete adivinanzas”, con la cual ganó el primer premio en los Festivales de Música Chilena el año 1958.
Una de las características de su obra musical en su última etapa creativa, es la incorporación de elementos rítmicos y melódicos del folklore chileno. Aunque no fue el primero, pues le antecede, entre otros, Pedro Humberto Allende, Enrique Soro, Alfonso Leng y Carlos Isamitt, su propuesta creativa trajo aire fresco a la tímbrica y melodías, en particular de la Fiesta de La Tirana.
Falleció en Santiago el 13 de diciembre de 1958.