La agenda de los músicos chilenos residentes en el exterior que planeaban realizar actividades en Chile se vio obviamente alterada luego del estallido social del último tercio de octubre. En las horas finales de la “normalidad” previa, Helmuth Reichel debutó ante la Filarmónica del Teatro Municipal de Santiago; pocos días antes, había hecho lo mismo en Concepción, junto a Danor Quinteros como brillante solista. También realizaron actividades en Chile el pianista Cristian Leal y los guitarristas Javier Contreras y José Antonio Escobar, quien anunció que se radicará un par de años en Santiago. También se anunció el regreso temporal a Temuco de la pareja formada por el galardonado pianista Marco Antonio Cuevas y la violinista Pamela Jofré. Tras el estallido social, muchos músicos residentes en el extranjero participaron en manifestaciones de apoyo a las demandas sociales en diversas ciudades del mundo e inundaron las redes sociales con sentidas interpretaciones del “himno” de estas movilizaciones: El derecho de vivir en paz de Víctor Jara. También aparecieron canciones de Violeta Parra, incluida Porque los pobres no tienen, convertida en estremecedor lamento por el gran tenor Emiliano González Toro. A continuación, se presenta una selección de giras, conciertos, festivales, premiaciones y otras noticias relevantes acerca de chilenos y chilenas fuera de nuestras fronteras.

“Estamos en guerra”. La polémica frase presidencial impulsó a los músicos de la diáspora chilena a inundar el ciberespacio con sus propias interpretaciones y arreglos de El derecho de vivir en paz. Particular impacto ha tenido la versión de Daygoro Serón, en la que participó junto a otros 17 intérpretes. En apenas tres días, superó el medio millón de visualizaciones en diferentes plataformas, incluidos los sitios web de las radios Biobío y Cooperativa.

Violonchelista residente en Salzburgo y vicepresidente de la SIMUC, Daygoro Serón se inició como arreglista de manera autodidacta hace más de diez años y se ha especializado en la música popular para instrumentos de cuerda. Estudió armonía y contrapunto en Chile y Austria, además de instrumentación y arreglos con el compositor austríaco Klemens Vereno. Sus arreglos han sido interpretados en al menos diez países y se han plasmado en tres discos, incluida la producción Violeta Parra en cuatro cuerdas, que se enmarcó en las actividades de conmemoración del centenario del nacimiento de la artista. Actualmente, Daygoro Serón es violonchelista de la orquesta Philharmonie Salzburg y del Patagonien Quartett y profesor de violoncello del Triola Musikinstitut Grafing.

Más allá de los cientos de miles de visualizaciones obtenidas por este video de El derecho de vivir en paz, el resultado musical es admirable. La iniciativa contaba con un precedente importante: Arauco tiene músicos, video difundido en noviembre de 2018, una semana después del asesinato de Camilo Catrillanca. Para su realización, Daygoro Serón y Felipe Celis convocaron a una quincena de instrumentistas residentes en distintos países, que aparecen pasándose la melodía de Arauco tiene una pena sin alteraciones, siempre sobre el acompañamiento de la guitarra de Celis. Para El derecho de vivir en paz, Serón se planteó un desafío mucho más complejo en el que todos los instrumentos sonarían simultáneamente.

En apenas dos minutos, la música original atraviesa cambios de textura, dinámica y armonía que reflejan la formación del arreglista en el ámbito de la “música académica”. El resultado es una progresión emotiva que se complementa elocuentemente en el video con el gradual develamiento del elenco de 18 músicos repartidos por el mundo y la aparición de impresionantes imágenes de las multitudes en las avenidas y plazas de Santiago.

En los seis a siete días transcurridos desde la polémica declaración presidencial hasta la publicación del video, el arreglista debió resolver varios asuntos complejos. Estos incluyeron la realización de una convocatoria en redes sociales para los músicos que quisieran participar en el video, la cual debió cerrar rápidamente debido a la multitudinaria respuesta. Para elaborar el arreglo, tomó como base uno que había escrito para cuarteto de cuerdas, expandiendo las voces hasta incluir 18 instrumentos, pero acotando la duración a dos minutos para que fuera fácilmente “viralizable” en internet. La instrumentación, obviamente, no funcionaría en vivo, y las grabaciones usadas eran de diversa calidad sonora, pero el trabajo minucioso con recursos digitales permitió la obtención de una mezcla satisfactoria y equilibrada en la que los bronces no tapan a los demás instrumentos.

La versión original para cuerdas fue presentada junto a arreglos de otras canciones de Víctor Jara y Violeta Parra realizados por Daygoro Serón en la reciente gira del Cuarteto Las 4 Estaciones por 7 países de Europa (Suecia, Noruega, Finlandia, Rusia, Polonia, Eslovaquia y Austria). Al respecto, él comenta que “los conciertos fueron sorprendentemente exitosos. En esa gira pude constatar cómo la gente no chilena, que en su gran mayoría no conocía a Víctor o Violeta, podía conectarse, emocionarse y disfrutar de esas versiones de cámara. Antes ya había podido ver en Chile que la gente que sí conocía esta música las disfrutaba y conectaba mucho también, a pesar de que eran versiones sin texto, lo que para mí siempre ha sido el mayor desafío en esa música”.

Ciertamente, los eventos recientes han dotado de nuevo sentido a canciones como esta, que rebrotan con tanta urgencia en estos convulsionados días y que, al igual que el presente despertar social, convocan incluso las sensibilidades de personas que han pasado la mayor parte de sus vidas muy lejos de nuestra tierra. Iniciativas como las de Daygoro Serón y de todos los músicos que han participado en esta explosión musical solidaria y global demuestran cuán necesaria es la música para construir comunidad y cuán profundo puede llegar a ser su latido en el corazón de los pueblos.

Felipe Elgueta