La escena musical internacional entró en cuarentena en marzo. La ola de cancelaciones iniciada el mes anterior en China e Italia se propagó por Asia y Europa y saltó a Estados Unidos. Para mediados de marzo, las actividades musicales estaban prácticamente paralizadas en todo el mundo. En uno de los últimos eventos artísticos en Chile, el Teatro Regional del Maule alcanzó a montar un aplaudido Don Giovanni protagonizado por los barítonos Ramiro Maturana, Arturo Espinosa y la soprano Annya Pinto, quienes después no pudieron volver a sus hogares europeos debido a las restricciones de viaje. Poco antes, los jóvenes directores y directoras de la Pasantía Málaga habían regresado seguros a Chile tras completar su programa bajo la guía de Rodolfo Fischer. Entretanto, Catalina Vicens formó la “Coronavirus Crisis - Musicians’ Information Page”, un grupo Facebook para que los músicos freelance de todo el mundo pudieran compartir información que les ayudara a salir adelante en el precario panorama. El grupo sumó entre 2 y 3 mil miembros cada día en su primera semana. Al mismo tiempo, músicos y agrupaciones empezaron a inundar las redes sociales con videos de sus actuaciones pregrabadas o en directo para mantener el lazo con su público. Las actividades recogidas en el siguiente reporte provienen mayormente de Estados Unidos y el centro y oeste de Europa, áreas afectadas más tardíamente por la oleada de cancelaciones en el hemisferio norte.

A inicios de la segunda semana de marzo, la oleada de cancelaciones y postergaciones paralizó la actividad cultural en Viena y sus alrededores. Entre los chilenos afectados se encuentra Matías Alzola. El pianista y miembro de la SIMUC se desempeña como gestor cultural en el proyecto inclusivo Cultura Stella Nova, que se ha visto obligado a reagendar todas sus actividades.

Matías Alzola también es conocido por su trabajo en Chile como director artístico de la fundación Chiloé Concertante, que cada año organiza un festival internacional de música de cámara en la Isla Grande. Como pianista, ha obtenido premios en concursos internacionales en Finlandia e Italia, e integra el Clarke Trio Wien, ensamble que realizó una gira por Chile en 2019 y luego tocó en el Festival Chilenidades en Viena y en el Concierto de Año Nuevo en Breitenfurt. Alzola estudió con Gabriela Pérez Poenisch en Santiago, Stanislaw Tichonow en el Conservatorio Joseph Haydn de Eisenstadt, e Ida Cernecka en la Universidad de Artes Escénicas de Bratislava, donde recibió su Bachelor y su Master of Arts (ambos con distinción), además del Premio del Decano. Actualmente cursa el Máster en Gestión Cultural en la Universidad de Música de Viena.

Acerca de la difícil situación de los artistas en Viena, Matías Alzola señala que “los músicos, especialmente los de la escena independiente, lo están pasando realmente mal, pero al mismo tiempo se ha visto mucha solidaridad, gente ayudándose mutuamente y tratando de salir de esta entre todos”. Con respecto a las medidas que ha tomado el gobierno austríaco, comenta que se han creado dos fondos a los cuales los músicos independientes pueden pedir una primera ayuda para sus necesidades básicas: un fondo general para pymes y trabajadores independientes, y otro especializado (de 5 millones de euros) para trabajadores de la cultura que no cumplan con los requisitos del primer fondo. Otras entidades que han preparado ayuda para los músicos son la sociedad de derechos de autor (AKM), que creó un fondo para sus afiliados que dejaron de recibir regalías por el uso de sus obras, y la federación de estudiantes de la Universidad de Música, que creó un fondo para ayudar a los estudiantes que dejaron de recibir ingresos debido a la cancelación de conciertos. Con respecto a las grandes instituciones culturales en Austria, señala que “están fuertemente subvencionadas y no creo que vayan a tener problemas en seguir existiendo y pagando sus sueldos, incluso sin actividades”.

En compás de espera ha quedado el trabajo de Matías Alzola en la gestión de Cultura Stella Nova, que cada año ofrece un ciclo de 20 conciertos de distintos géneros musicales. El aporte de este ciclo es de gran relevancia para la comunidad de la Dorfgemeinschaft Breitenfurt, un lugar de acogida de inspiración antroposófica para alrededor de 90 adultos con distintos grados de discapacidad. Según relata Alzola, “está concebido para que los residentes se sientan integrados a la sociedad, por lo que en una parte de la Dorfgemeinschaft tienen sus casas y en las otras sus talleres, donde realizan trabajos (panadería, artesanía, etc.) y hacen productos que luego se venden en ferias, por ejemplo. Como parte de esta idea, se construyó hace unos 4 años una sala de conciertos, de manera de ofrecer una oferta cultural para la comunidad de Breitenfurt en general, donde los residentes de la Dorfgemeinschaft pudieran asistir sin miedos ni barreras”. En Austria, como en el resto del mundo, se han hecho inciertos pronósticos y anuncios acerca del fin de la pandemia y acecha el temor de que los conciertos no puedan retomarse antes del inicio de la próxima temporada septentrional, en septiembre. Esperemos que la Dorfgemeinschaft y otras comunidades puedan recuperar lo antes posible los conciertos y otros necesarios espacios de encuentro en torno al arte.

Felipe Elgueta