Mientras las vacunaciones masivas avanzan a paso desigual en distintos países, las esperanzas de una gradual normalización de las actividades han debido aplazarse, con anuncios de nuevas cancelaciones que afectaron a algunos artistas chilenos residentes en el exterior. Otros hicieron notar sus iniciativas en Chile, como la soprano Javiera Tapia, con el anuncio de su proyecto de colaboración musical entre Valparaíso y Pésaro, y el compositor y pianista Patricio Molina y su fundación Notes for Growth, con un envío de 12 pianos donados desde EE. UU. a Chile. El presente reporte recoge una selección de noticias sobre publicaciones y discos, actuaciones virtuales y presenciales y premiaciones de chilenas y chilenos en el extranjero.

Musiktexte, revista especializada en nueva música, incluyó un dossier sobre Chile en su edición de febrero. La publicación, editada en lengua alemana en Colonia, reunió artículos y reflexiones sobre música, identidad y los desafíos de la composición en Chile y Latinoamérica. El dossier incluye un escrito de Macarena Rosmanich que repasa su reflexión acerca de la invisibilización de las mujeres compositoras en Chile, plasmada en un artículo previo de Enfoque en el sitio web de la SIMUC.

Macarena Rosmanich reside hace una década en Alemania y ha realizado posgrados en las escuelas superiores de música de Düsseldorf y Friburgo. En diciembre pasado estuvo nuevamente invitada en las jornadas KNM Contemporaries en Berlín con un estreno mundial para clarinete contrabajo. Ahora trabaja en una serie de nuevos encargos: obras para el pianista Thibaut Surugue y el ensamble Broken Frames Syndicate, cuyos estrenos están programados para abril, y piezas solicitadas por un festival que se realiza en el Teatro de la Zarzuela en Madrid y por el Xenon Saxophonquartett. También en carpeta se encuentran obras para otras agrupaciones, incluido el Kommas Ensemble, que en marzo de 2020 estrenó en Múnich su obra Augen (“Ojos”) en un concierto alusivo al estallido social chileno.

El dossier de Musiktexte reunió contribuciones del compositor Francisco C. Goldschmidt y de sus colegas y miembros de la SIMUC Macarena Rosmanich, Eduardo Cáceres, Alejandro Guarello y Ramón Gorigoitia. Los enfoques y temas son muy diversos. Guarello escribe acerca de su propia práctica musical y su búsqueda por apelar a la capacidad perceptiva del oyente para que este “haga” la música en su mundo interior. Por su parte, Gorigoitia hace un recorrido histórico desde los inicios de la música académica en Chile hasta la época actual. Pese al resurgimiento de la actividad tras el fin de la dictadura, señala el insuficiente apoyo del Estado chileno y la persistente emigración de compositores, al mismo tiempo que observa un creciente interés del público que permite augurar un mejor futuro. Los artículos de Francisco C. Goldschmidt y Eduardo Cáceres coinciden bastante en su temática y conclusiones: la necesidad de asumir una identidad chilena y latinoamericana como proceso de búsqueda, abierto a lo diverso, que asuma nuestro esencial eclecticismo e “impureza”. Esta visión es ilustrada por la alemana Tina Vogel en el mismo dossier, en una reflexión acerca de la producción musical de Cáceres, tomando como ejemplo obras escritas entre 1985 a 2012.

Tal como destacan varios de estos textos, la pluralidad latinoamericana carga con un persistente manto de sospecha heredado del colonialismo. Que ese colonialismo aún deja sentir su carácter androcéntrico es lo que denuncia el artículo de Macarena Rosmanich. A la precariedad inherente a la composición musical en Chile, se suma una sistemática invisibilización en el caso de las mujeres, tanto en los currículos de enseñanza de la composición como en la programación de conciertos y festivales. La subrepresentación femenina también existe en Alemania, señala Rosmanich, pero allá sí es asumida como un problema, lo que está impulsando los cambios estructurales necesarios.

Si el impulso decolonial no asume la mirada feminista, seguirá siendo inefectivo en su propósito libertario en favor de la diversidad y la inclusión. Pese a la inercia de nuestras instituciones musicales, el “septiembre feminista” demostró que el cambio es tan urgente como inevitable.

Felipe Elgueta